En poco tiempo, me he conocido a mi misma. He conseguido encontrar una parte de mi, creo importante, y que poco a poco se va desarrollando, creciendo, como nosotros mismos. He logrado definir algunas ideas, algunos valores, que creo ha dejado olvidados esta sociedad que nos persigue, nos alcanza, arrincona y de una forma u otra, obliga a imitar. Por el contrario, mi mente, mi alma, mi ser, yo, yo he decidido arrebatarles ese privilegio, ese que nadie debería tener. Faltan palabras para poder expresar con claridad esa sensación que abruma mi ser.
Respeto. Es un valor muy apreciado, y muy carente. No se deja ver, quiero pensar. Pero es uno de mis principios (o eso creo), unos principios que quiero llevar con firmeza pese a todo. Sin embargo, demasiados obstáculos, demasiadas actitudes hay que empujan a lo contrario. La falta de ese necesario, provoca una repugnancia no consecuente a mi edad. Mire donde mire de mi alrededor, la falta de respeto se hace presente, y no logro hallar ninguna solución, mas ese no sería mi caso, no conseguiría nada. Sería, es y será una batalla fracasada, balas, fuerzas y esfuerzos derrochados sin ninguna oportunidad de victoria a la falta de valores. La única ventaja que puedo sacar en ello, es esa sensación que me empuja a mejorar en mi, todo aquello que no he logrado mejorar en aquellos que alguna vez demostraron toda falta de ética, filosofía firme, valores, buen fondo e ideas claras. Aquello que me hizo ver en donde tenía que sobrevivir y la clase de, sujetos, que habitan en el. No queda de otra que aprender y crecer deprisa, para no ser devorada por tantos depredadores que intentan apoderarse de tu mente y manipularte. Después de todo, esta vida trata de eso. Sobrevivir. Sobrevivir a todo aquello que te impide avanzar en el camino. Esos impedimentos que nadie sabe quien los ha puesto ahí, pero están, y no encuentras el modo de apartarlo o la forma en qué esquivarlos. Sobrevivir a todos aquellos que se cruzan para intentar lastimarte, empujarte, tirarte al suelo o, en raros casos, ayudarte a levantar y continuar. Pero, ¿Alguna vez te has planteado realmente que se logra en la vida? ¿De qué sirve todo el esfuerzo que haces? Tarde o temprano, no servirá de nada. Tu recuerdo permanecerá en el pasado, y te olvidarán. Pocas personas tendrán tu nombre en sus mente cuando ya estás criando malvas. ¿Vale la pena sacrificar algo, por alguien? Nada es para siempre. Todo es efímero.
Luchar.
¿Luchar por o para qué?
Podemos luchar por una libertad, por una libertad que realmente nunca nos va a pertenecer. Por un libertad que nos será arrebatada cuando ya no haya más latidos en nuestro ser, ni respiración, ni pensamientos, ni aliento. Por una libertad inexistente.
O por una igualdad. Una igualdad al mismo nivel que esa ansiada e inalcanzable libertad. Una igualdad invisible a ojos de muchos. Intangible.
Podemos luchar por muchas cosas que, al final, no servirá de nada. Pero continuamos haciéndolo. Unos luchan por motivos propios, individualistas, y otros, por el contrario, lo hacen por un bien colectivo. Cada uno elige a su conveniencia. Nadie es obligado a nada. Nuestros valores inclinan la balanza hacia un lado u otro. Y ahí es donde intervienen todas las experiencias, los conocimientos, todo lo que nos ha influenciado durante el camino de nuestra vida. ¿Crees que todo eso ha servido de algo? Si acaso tus valores, ¿Son los correctos? ¿Los morales? ¿Mereces esa vida que tienes mientras otros no hacen más que lamentarse?