Escrito a una musa perdida en mi diario.


El ser humano siempre ha soñado con volar y el viento...el viento, querida, solo incita a esa locura que nos sacia el ansia de libertad. El viento no se ve, se siente.
 "Lo posible, lo vulgar, el empezar caminar con los pies anclados al suelo..." son elementos monótonos que nos amarran con desdicha a la rutina, que nos obligan, con suspicacia, a observarlo todo desde una única perspectiva cuando vivimos sin saber que lo único no existe, solo es una propiedad de lo extraordinario. Y como todo lo extraordinario, dejarse llevar no se ve, se siente.
La tranquilidad para los adeptos, que en esta vida hay que ser amante, amante de la adrenalina, de la locura, de la sensación de plenitud que nos dan las pequeñas cosas (muchas veces, suspendidas en el aire). Amantes, entregarte al cuerpo que destierra el abandono, rehacerte en el matiz que inconscientemente busca la máxima expresión de la intensidad, el propio posesivo que encierra la esencia, pero sobretodo del alma que lucha insaciable por sentirse viva, porque la vida no se ve, se siente.
Por esa razón hay que vivir sintiendo, no sintiendo vivir, eso nunca es suficiente.