Una musa a finales de verano
se asoma en el reflejo de su mirada condenándome
al desquicio de sentirme fuera de mi pecho,
me seduce 
hacia la pérdida de la consciencia,
del control de mis sentidos,
me desata 
en los silencios desapercibidos,
en la derrota de la mediocridad
tras la cúspide invasión de su sonrisa
hasta el rincón más inóspito
de mi ser paralizado por la reanimación cardiaca
que provoca el sabor de sus labios
Ese instante de delirio cocainómano
abrazado por el frenesí 
mi boca reclamando su aliento
llamando a la sangre
Una musa a finales de verano
colándose en el desequilibrio potencial de mi sesera
abriéndose camino entre las flores yermas que descansan impasibles en mi jardín
arrastradas
ahora
por el torrente de agua fresca que emana de sus pies al caminar, 
con cautela,
por cada poro de mi piel
Y estas ansias de devorla por fuera
que me devoran por dentro,
que me sacuden las entrañas hasta que desatiendo al tiempo
y me alimento
de lo que me dice su voz mientras desconecto y me encuentro
atrapada en el espacio que separa nuestros cuerpos .
Una musa a finales de verano...