Rutina.

Tal vez necesite un poco de tranquilidad aquí dentro, en la mente. Tal vez necesite desestructurar todas las bases que se habían construido, y crear nuevas.
La rutina. Todos los días la maldita rutina de pegarme de bruces contra la realidad. Intento escapar, busco alternativas. Imaginar, ese es mi pequeño secreto para escapar de toda esta mierda que me rodea. A veces imaginar, a veces recordar. Pero pensar de nuevo en algún rincón que esconda pequeñas imágenes grabadas en la mente, impregnadas en el pensamiento, donde revivir cada sensación, cada mirada, cada sonrisa, cada lágrima, cada idea alocada que en ese momento era la mayor preocupación, cada sonido, cada olor que, entonces, no diste importancia pero, ahora, rememorarlo puede suponer un leve dolor, tal vez un par de lágrimas. Yo las reprimo, me he acostumbrado a guardar,a esconder esas que tanto ansían salir. 

En el fondo todo se puede interpretar como una fila de fichas de dominó. En el momento en que una falle todas las demás caen con ella, o tras ella. 
Un error. Un simple y estúpido error puede provocar el desequilibrio y la destrucción de todo, pero  ese dolor que, tal vez, se pudo evitar y no se hizo va a quedar clavado como si de espina se tratara. Al menos esa pequeña caída hace desentonar la rutina, esa tediosa y jodida monotonía de todos los días.
Rutina. La misma gente, los mismo lugares, los mismos comentarios u ocurrencias en las mismas horas. 
Rutina. La misma reflexión en la misma circunstancia, en la misma mente incapaz de modificar o renovar de alguna forma todo lo que hay dentro, todo lo que va inherente a la mi razón, a mi razón rutinaria.