"Tu balcón, mi risa, el viento..."

Y ahora frío, solo frío, desde anoche.
Se metió por la espalda estremeciendo la piel mientras dibujaba el contorno de las heridas que el tiempo se había encargado de abrir, se enredaba en las costillas asfixiando el espacio vacío que faltaba por cubrir y se quedaba en los huesos.
Y respiro, retengo, recuerdo cuando andabas con paso firme y desnudo sobre la arena, y la piel desvestía tu cuerpo mientras el sol lo acariciaba con ternura.
Anhelo tenerte entre mis brazos y sentirte a morir, sobrecogerme al respirar y respirar para consumirme en el aire que succionan tus pulmones, ese que tantas veces me falta. Y es que extraño el ir y venir de tu sonrisa alborotando mi calma, descolocando los papeles del cajón y poniéndolos al día a la vez que deshaces las palabras que crean disturbios en las calles de esta todavía incomprensible utopía.
Por no saber ni sé si aún sigo viva, solo los pinchazos letales que acoge mi esternón confirman que no he muerto. Pero este oxígeno no es el nuestro, ni tampoco el tiempo que decidió abandonarnos en la carrera, mucho menos esta luz artificial que se filtra creando sombras. 
Entonces tuvimos que ceder, no quedaba otra, solo silencios y vacíos que devoraban mis entrañas.
Y ahora tú, de nuevo, arrasándolo todo, quemándome por dentro, devolviéndome la vida.