He decidido escribirte esta carta que nunca llegarás a leer. Necesito sacar esto que me consume por dentro.
No es la primera vez que te plasmo en papel, pero en esta ocasión lo hago directamente, imaginando que dedicarás un poco de tu tiempo a estas líneas. Quizás con una taza de café y un cigarro a medio acabar, en una de esas típicas escenas de sofá, pero no será así.
Realmente no encontraría palabras para describirte este vicio malo que resultas ser, esta sensación cocainómana que me devora las entrañas tras una vida entera sin tenerte... los escalofríos que recorren todo mi cuerpo cada vez que escucho el eco de tu voz, o la sensación de vacío que padece mi ser al encontrarme de lleno con la inmensidad de esa luz que durante tanto tiempo me indicó la dirección del camino. No existe la conjugación perfecta de rimas y versos en los que esconderte que revivo la esencia de tu piel, tan innata en mis adentros, cuando el viento, soberbio, me impregna los sentidos de tu ausencia.
Emigrante, como el ave que se deja guiar por el viento, te seguía de puntillas, cubierta por las sombras, buscando las huellas imaginarias de tus pies descalzos en los rincones más insospechados de la azotea, saboreando cada instante de imaginación desperdiciado.
Pero esta vez vengo a decirte que nuestras vidas no valen gran cosa, que miro al destino burlándose, harto de nosotros; nos promete todo, nos da nada. Y nosotros sucumbimos al caos de lo imposible por amor a la incerteza de la vida, y parece que la felicidad está al alcance, entonces tendemos la mano y nos volvemos locos.
(*) Por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos...
Emigrante, como el ave que se deja guiar por el viento, te seguía de puntillas, cubierta por las sombras, buscando las huellas imaginarias de tus pies descalzos en los rincones más insospechados de la azotea, saboreando cada instante de imaginación desperdiciado.
Pero esta vez vengo a decirte que nuestras vidas no valen gran cosa, que miro al destino burlándose, harto de nosotros; nos promete todo, nos da nada. Y nosotros sucumbimos al caos de lo imposible por amor a la incerteza de la vida, y parece que la felicidad está al alcance, entonces tendemos la mano y nos volvemos locos.
(*) Por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos...
Pero el viento es peligroso y arrastra pequeñas muertes del pasado disfrazadas de minúsculos seres inhertes que despiertan del sueño efímero del olvido para posarse sutilmente en el espacio ilimitado de la duda.
Jamás nadie nos previno del fracaso, jamás nadie nos alertó del triunfo, por eso nos arriesgamos, nos dejamos hacer, nos dejamos sentir, sentir a morir, sentir al vivir. Sentir, qué concepto se esconde tras la forma. Eso te lo debo, y una lista interminable de las veces que desgasté tu nombre para explicar quién era yo, porqué era yo.
Solo recordarte que vale la pena soñar, que nunca dejes de hacerlo porque la vida con la luz que hay en tu mirada, es más vida, es más alma.
Jamás nadie nos previno del fracaso, jamás nadie nos alertó del triunfo, por eso nos arriesgamos, nos dejamos hacer, nos dejamos sentir, sentir a morir, sentir al vivir. Sentir, qué concepto se esconde tras la forma. Eso te lo debo, y una lista interminable de las veces que desgasté tu nombre para explicar quién era yo, porqué era yo.
Solo recordarte que vale la pena soñar, que nunca dejes de hacerlo porque la vida con la luz que hay en tu mirada, es más vida, es más alma.
No te rindas, como bien decía Benedetti, que aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también es el deseo. Porque cada día es un comienzo nuevo.
(*) 5, Árbol de Diana, Alejandra Pizarnik.
(*) 5, Árbol de Diana, Alejandra Pizarnik.