¿Notas el frío? ¿O está solo en mi cabeza?
Retumban, perdidas, las palabras en el silencio
desvistiendo lentamente cada poro de mi piel.
Y me encuentro desnuda frente al espejo ¿Me encuentro?
Miedo, a la incerteza de mi ser.
Todo me aferra, nada me ata.
Y deshago con extrema delicadeza los cordones de mis zapatos,
pero nunca fueron míos, nada tiene dueño.
Tormentas interrogativas que no hallan respuestas, algunas, escasas. Todas erróneas,
¿Y qué no lo es?
Casualidad o desengaño,
pero el tiempo se me escurre
y hay tanto por hacer que al final no hago nada.
Recuerdo recuerdos, y el destello,
a lo lejos,
de una ilusión óptica, anímica de hace dos
(¿tres?)
veranos.
Pero ya no siento, aunque a veces tenga que volver a decirlo en alto
para que la muerte no se lleve el olvido.
Divago en un camino sin destino, sin retorno,
solo camino,
aunque a veces se me vaya la luz.
¿Quién eres?
Una imagen, un edifico en construcción, los planos de un rascacielos,
un águila sin horizonte, una liebre sin prisas.
¿Qué más da?
Aún no he empezado mi camino,
ese es mi consuelo.
¿Y ahora?
Ahora nada,
el tiempo,
la brisa,
un instante,
Marta,
y sigo, no pregunto,
asisto, callo y asiento.
Siento, a veces poco, a veces todo,
y la ausencia me abre la herida,
¿Qué herida?
Reflejos de un ser autodestructivo.
¿Me consumo?
Lo intento.
¿Qué es la vida?
Letras, palabras,
y lo plasmo en silencio, a escondidas,
como siempre,
y a veces me olvido.