30 de septiembre, 2015.


Hoy la muerte camina con los pies descalzos,
hoy la muerte tiñe de negro nuestro cielo
y se cuela de lleno en nuestras almas.
Hoy, último día gris de septiembre,
muere el último destello angelical de mi infancia,
me abandona a mi suerte,
abre una herida en mi pecho
latente vacío que me evoca a la nada,
y el recuerdo se hace presente.
Un trago del café más amargo
antes de la noticia que presentía
mi cuerpo alterado.
No solo llueve sobre asfalto,
se esconde tormenta en la mirada.
Pero el chirriante sonido de los vagones,
el insaciable estruendo en los andenes
no consigue alejarme de mi duelo
y temo,
ante la inevitable caída del gigante,
el irremediable destino del desconsuelo.
HOY MUERE MI INFANCIA,
me sacude vorazmente la sesera,
y me dejo deshacer en la memoria
con la cabeza bien alta
para mitigar el golpe.
Pero ella merece más
que un par de palabras sucias
que ansían aliviar la amargura
que provoca su ausencia corpórea.
Menudo personaje, el: 
cien cañones por banda
y viento en popa a toda vela 
no corta el mar
(lo corta ella)
se desvanece frente a la fuerza de sus alas
Pero este sabor acre que deja
un viaje interminable
y una despedida a medias
no lo desgasta ni el beso más dulce
que unos labios jamás hayan dado.
Sigo,
por la paz que me traen su nombre
y su imagen,
tan ligados a mi niñez como las cerezas a mi tierra,
por encontrarnos de frente en el silencio,
en cualquier instante recóndito
que me lleve hasta ella,
que me lleve a encontrarla en mí.
Te sigo...


Es desvesteix el blanc enlluernador dels edificis 
que contempla la panoràmica del sense sentit 
des del seu balcó.
Em cedeix la imatge clarivident
d'una silueta envoltada de tentacions,
desenfocada,
que m'atreu al desig que em fa foc.
I partesc dels contrast de la llum dins la foscor,
la mort entregant-se al desprestigi
que suposa la imaginació.
I tornar de les restes de la pols,
del record sense dolor, 
de la dolçor amagada als plecs a qualque lloc del cor.
És el respecte a la ignorància,
la prova exacta
que demostra les pors.
La raó s'espanta.
I l'enrenou que m'allunya del seu cos
despullat sota l'aigua,
nú per la mirada,
inspira al silenci que incita a l'oblid del jo.

[Només un instant
em crema per dedins,
em perdo a un calaix,
imagina els meus dits]


Escrito a una musa perdida en mi diario.


El ser humano siempre ha soñado con volar y el viento...el viento, querida, solo incita a esa locura que nos sacia el ansia de libertad. El viento no se ve, se siente.
 "Lo posible, lo vulgar, el empezar caminar con los pies anclados al suelo..." son elementos monótonos que nos amarran con desdicha a la rutina, que nos obligan, con suspicacia, a observarlo todo desde una única perspectiva cuando vivimos sin saber que lo único no existe, solo es una propiedad de lo extraordinario. Y como todo lo extraordinario, dejarse llevar no se ve, se siente.
La tranquilidad para los adeptos, que en esta vida hay que ser amante, amante de la adrenalina, de la locura, de la sensación de plenitud que nos dan las pequeñas cosas (muchas veces, suspendidas en el aire). Amantes, entregarte al cuerpo que destierra el abandono, rehacerte en el matiz que inconscientemente busca la máxima expresión de la intensidad, el propio posesivo que encierra la esencia, pero sobretodo del alma que lucha insaciable por sentirse viva, porque la vida no se ve, se siente.
Por esa razón hay que vivir sintiendo, no sintiendo vivir, eso nunca es suficiente.