La necesidad de tu recuerdo.


El olor a café se infiltra en la memoria
y entre los libros vuelvo a encontrarte.
Es esta necesidad absurda de recordarte.
En el silencio he escondido tu imagen
y la oscuridad guarda tu nombre.
Allí te espero, 
en los sueños que me aguardan a media noche,
en la locura, en secreto,
a oscuras, en silencio.

Cuerpo inerte.


Me pierdo entre las letras que crean palabras,
pero no crean historias, no,
no crean sentimientos, no crean emociones,
no provocan risas ni causan lágrimas.
Me evado en mis escritos con tal de huir,
huir de la realidad que me envuelve,
realidad que no entiendo.



En conversaciones ajenas se centran mis sentidos, 
pues no es otra la intención 
que huir de mí.


Movimientos bruscos ocultando miradas despreocupadas que se pierden en la nada y se encuentran en el todo de otros ojos.



Hacía de equilibrista en este precipicio de locura hasta que caí, irremediablemente, al rozar con el alma el punto de inflexión de una cuerda inestable que me obligó a mantenerme impasible en el aire desgastado por el hambre voraz de mis entrañas hasta tocar tierra con los pies desnudos y heridos.
Sigo desprendiéndome, paulativamente, hasta que se consuma la última luz imperecedera de la fuente de la que emana la pureza de mi ser.