Poema VIII, Jaume Pomar


Les hores han callat en el rellotge
el degoteig d'arena o de mercuri,
la màquina fantasma de la vida, 
la por a la mort de tot, l'incert enginy
de dir silent la saguera paraula.
Si totes féren, la darrera mata.
Sóc jo el rellotge, amb l'íntima certesa 
de recrear l'amor per destruir-lo,
d'aturar el pas del sol, nou Josuè,
d'eixamplar l'aura de la lluna plena
feta flor d'ametller que l'aire embauma.
Mostra, el veral, el temps de les ciceres
i el mar en calma esclat de llamps, elèctrica
força del mot i del temps des de l'exili.
I tornar a dir el meu nom és anomenar-te,
terra endins, temps endins, el talismà
del sacrilegi, solc, anhel silvestre,
terra en els ulls, testimoni de l'aigua,
meòria salvatge de les coses,
la torrentada de les pedres malves.

Poema VIII, (Illa a mitja veu),
 L'illa i el silencia, Jaume Pomar.

"Cuerpo de amor", Sombras del Paraíso(1944) Vicente Aleixandre


Volcado sobre ti, volcado sobre tu imagen derramada bajo los altos álamos inocentes,
tu desnudez se ofrece como un río escapando,
espuma dulce de tu cuerpo crujiente,
frío y fuego de amor que en mis brazos salpica.
Por eso, si acerco mi boca a tu corriente prodigiosa,
si miro tu azul soledad, donde un cielo aún me teme,
veo una nube que arrebata mis besos
y huye y clama mi nombre, y en mis brazos se esfuma.

Por eso, si beso tu pecho solitario,
si al poner mis labios tristísimos sobre tu piel incendiada
siento en la mejilla el labio dulce del poniente apagándose,
oigo una voz que gime, un corazón brillando,
un bulto hermoso que en mi boca palpita,
seno de amor, rotunda morbidez de la tarde.

Sobre tu piel palabras o besos cubren, ciegan,
apagan su rosado esplendor erguidísimo,
y allí mis labios oscuros celan, hacen, dan noche,
avaramente ardientes: ¡pecho hermoso de estrellas!

Tu vientre níveo no teme el frío de esos primeros vientos,
helados, duros como manos ingratas,
que rozan y estremecen esa tibia magnolia,
pálida luz que en la noche fulgura.

Déjame así, sobre tu cuerpo libre,
bajo la luz castísima de la luna intocada,
aposentar los rayos de otra luz que te besa,
boca de amor que crepita en las sombras
y recorre tu virgen revelación de espuma.

Apenas río, apenas labio, apenas seda azul eres tú margen dulce,
que te entregas riendo, amarilla en la noche,
mientras mi sombra finge el claroscuro de plata
de unas hojas felices que en la brisa cantasen.

Abierta, penetrada de la noche, el silencio
de la tierra eres tú: ¡oh mía, como un mundo en los brazos!
No pronuncies mi nombre: brilla sólo en lo oscuro.

Volcado sobre ti, volcado sobre tu imagen derramada bajo los altos álamos inocentes,
tu desnudez se ofrece como un río escapando,
espuma dulce de tu cuerpo crujiente,
frío y fuego de amor que en mis brazos salpica.

Por eso, si acerco mi boca a tu corriente prodigiosa,
si miro tu azul soledad, donde un cielo aún me teme,
veo una nube que arrebata mis besos
y huye y clama mi nombre, y en mis brazos se esfuma.

Por eso, si beso tu pecho solitario,
si al poner mis labios tristísimos sobre tu piel incendiada
siento en la mejilla el labio dulce del poniente apagándose,
oigo una voz que gime, un corazón brillando,
un bulto hermoso que en mi boca palpita,
seno de amor, rotunda morbidez de la tarde.
pobre tu piel palabras o besos cubren, ciegan,
apagan su rosado esplendor erguidísimo,
y allí mis labios oscuros celan, hacen, dan noche,
avaramente ardientes: ¡pecho hermoso de estrellas!

Tu vientre níveo no teme el frío de esos primeros vientos,
helados, duros como manos ingratas,
que rozan y estremecen esa tibia magnolia,
pálida luz que en la noche fulgura.

Déjame así, sobre tu cuerpo libre,
bajo la luz castísima de la luna intocada,
aposentar los rayos de otra luz que te besa,
boca de amor que crepita en las sombras
y recorre tu virgen revelación de espuma.

Apenas río, apenas labio, apenas seda azul eres tú margen dulce,
que te entregas riendo, amarilla en la noche,
mientras mi sombra finge el claroscuro de plata
de unas hojas felices que en la brisa cantasen.

Abierta, penetrada de la noche, el silencio
de la tierra eres tú: ¡oh mía, como un mundo en los brazos!
No pronuncies mi nombre: brilla sólo en lo oscuro.

Y ámame, poseída de mí, cuerpo a cuerpo en la dicha,
beso puro que estela deja eterna en los aires.





La mar als teus ulls, 
traspassant les fronteres d'aquest deliri constant 
que em posa la teva mel als llavis 
i intensifica l'onada del meu batec transversal. 
L'èxtasi expandint-se per les meves artèries 
-carretera aural dels sense sentits-, 
i el ritme de ton cor galopant a la meva pell, 
grimpant per les extremitats del meu cos. 
És la fesomía d'aquesta irrealitat, 
condemna carnal que ens ofereix de sacrifici als déus més rabiosos 
pel nostre pecat infernal, 
foc terrenal deïficat pel vent, 
i ens transforma en animals ferotges guiats per un únic impuls: 
l'ànsia, 
que ens devora el temps 
i l'empresona entre els teus pits, 
vall deurada on roman, inalterable, 
el desig que s'alimenta de la nostra voraç intensitat.


Aquetzalli en la distancia.



Danzo en tu fuente
para que el agua vuele hasta tu orilla,
para que el viento la arrastre hasta tus pies descalzos.
Pero este desierto que nos separa
absorbe cada molécula que pasa a través.
Mi azul no te alcanza,
se deshace con el gris, en lo opaco
(el tiempo)
y se transforma en verso,
naces
poesía.
Tu arte imitado por mi luz
en este oasis que recrea tu esencia,
tu ausencia,
y te revivo.
Mis aguas se desbordan,
me engaña la inconsciencia,
y te siento
clavando ojos, uñas, dientes,
desgarrando entrañas,
devorando el último rastro de éter.
Todo
sin llegar
a mirarme la piel,
solo el anhelo
de lamerme las heridas,
la miel.