Cortázar.

"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mía con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser.”

Me encanta masturbar a una mujer - Cristian David Bolívar

Me encanta masturbar a una mujer
Ver como su cuerpo se estremece,
sus ojos se pierden y su respiración se hace más forzosa.
Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad,
que mis dedos dancen en su entre pierna,
mientras mi boca explora su piel,
juguetea con sus pezones, dando pequeños mordiscos;
sutiles pero apasionados.

Me gusta arrancarle alguna que otra palabra sucia.
Me gusta que se despoje de todo prejuicio
y sea quien desea ser todo el tiempo.
Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre,
que se haga más frecuente su respiración,
que arda la piel y justo en el éxtasis del momento,
llegue al clímax cortando con un grito.

Uno diferente, uno que es más silencio.
Como si muriera momentáneamente
y despertara con una sonrisa, una completamente sincera.
Me encanta masturbar a una mujer, porque cuando acaba,
significa que apenas empieza lo mejor.

Deliri nocturn

A veces deliro imaginando sus curvas en mi mente. Qué se le va a hacer, mi alma aventurera decidió aburrirse de la monotonía y perderse en la espiral infinita de su sonrisa, aquella que tan pocas veces se dejaba ver. Pero un reflejo de luz aural, un destello en la oscuridad, un pozo desbordante del fuego de la vida arrasa cada rincón de mi cuerpo al creer ver todos aquellos besos perdidos colgando en la comisura de sus labios, danzando en su risa, llamando a la carne. Un delito contra la inocencia, contra la sangre fría, contra el olvido. La perdición escondida entre las sombras de su mirada, llenas de histeria, de veneno. Adictiva por el hechizo hipnotizador que provocan sus pupilas, envolvente en todos los sentidos físicos y mentales.
Y a pesar de todas las evidencias quise jugar a ser Dios, a dejar de sentir y olvidar que aún tengo por ahí un corazón, maldito tal vez, como ella